viernes, 23 de marzo de 2012

Motivación vs otras cosas.

                Cae la noche y con la espada guiando a la luna, gotas de sudor resbalan por la desnudes superior, mientras leones despiertan la futura epopeya que deja de fondo algún anime japonés o drama gringo, siempre en busca de que una voz popular enganche a un nuevo héroe, así que cuando la cabeza del antagonista rueda por el pasillo de las memorias, en algunas tierras se hace devoción para con un nuevo Dios, solo valido para el resto del mundo si dejó en su haber cuantiosos asesinos, asesinados…

                ¿Y que tiene que ver la motivación con estas cosas?, con gritar, insultar, correr por correr, ir al piso, escupir o dar imagen de monstro brutal, como si aquellos que ladearan a estos lugares comunes de impotencia carecieran de este poderoso sentir.
                La venta social convierte al mundo en ávidos de la sangre, cual urbe para asistir a coliseos donde pretendían ver muertes, creemos en el sentido heroico-épico del deporte, y creo que tal como dijo un Loco, cuyas locuras están de moda: “El fútbol no necesita héroes” (Bielsa). El fútbol merece futbolistas, que sepan o puedan jugar al fútbol.
                Etiquetas de “pecho frío”, “agrandado”, “sobrado”, suelen ser un manto que cubre la ignorancia, partiendo de un mito que se me antoja falso, y es que porque te creas el mejor, no lo serás, reitero, eso solo te ayuda a encontrar los recursos, mismos que si nunca siembras jamás cosecharás.
            “Si perseveras, avanzando de espejismo en espejismo, lograrás meter la cabeza en el hocico de la realidad.” (Alejandro Jodorowsky). Entonces, así como cualquier entrenador que pretenda que su equipo gane solo con charlas motivacionales es un vendedor de seguros sin seguro, es un delito hasta mayor, dejar en un segundo plano la cosecha de dicha emoción. ‏
                Todos los seres humanos nos motivamos de diversas maneras, algunos de modo más interno, otros con cuestiones externas, y todos con variantes según la intensidad del condicionante. Así, mientras que uno necesita el estadio lleno para darlo todo, otros solo imaginan que juegan al lado de su ídolo, o escuchan tal canción, ven tal película, recuerdan tal imagen o anclan tal sonido.
                En fin, el jugar bien o mal, nada tendrá que ver con tópicos recurrentes en barrerse por el piso, sí por el contrario, con la velocidad de recuperación tras un golpe, después de todo el mejor atleta dista de ser aquel con mayor aliento, es aquel que tras soltar el primer respiro, más rápido puede tomar el segundo. De esa forma el entreno de aspectos psicológicos y sobre todo, de la mente, se me hace esencial, así como que el pretender que los mismos hagan efecto por si solo, sin más recursos, se me antoja utopía, incluso cave recordar que la motivación se cosecha, caduca y renueva.
Para leer: El pastelero.

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