Tras
junio y julio y puede que tras la cereza de un torneo internacional que cierra
una siempre gustosa temporada, el mundo del fútbol, al menos el de elite, se da
un descanso, un receso, para dar paso al calor del verano.
Ver
reporteros deportivos metidos en los confines más extraños del mundo siguiendo
a tal o cual atleta, se convierte en en el punto y aparte que sirve como
escopetazo al cielo para dar inicio a la carrera de los principales medios ávidos
de cazar la “foto del día”, o la “trivialidad del momento”; es así como Messi
en traje de baño, Cristiano por Hollywood, o esté y aquel con nueva novia y
carro, se vuelven en el tema más cubierto por la prensa ¿deportiva?
Pero
entre lo banal, se hace un hueco la especulación y mucho más adentro aún, cual
madriguera de la sutil verdad, nace la realidad. La especulación y necesidad de
vender lleva a publicar noticias tan contradictorias como que un día Radamel
Falcao está arreglado con la selección de Marte y al día siguiente lo “ven” en Plutón
negociando contrato.
Entre
tantos dardos al vacío, es casi que obligación que al menos uno acierte, y tras
miles de falacias nunca falta el diario que publique: “Tal como lo adelantamos,
tal jugador se va al…”.
Conversas,
charlas, y el típico tipo de la calle que le encanta el fútbol pero que no sabe
nada de él, siempre contándote algo así como que: “¿Viste que Xavi ya arregló
con el Madrid?” aún cuando días atrás firmaba renovación con el Barcelona.
En
esos veranos, en esos descansos, aún recuerdo como un niño corría casi todos
los días a revisar el internet en busca de la novedad del día, siendo a veces víctima
del sensacionalismo mientras pasaba horas y horas frente a una TV oyendo
rumores y oliendo verdades.
Eran
veranos incómodos, más ansiosos que las temporadas. Que tipos como Zidane
aparecieran con la calva más brillante era tomado como presagio de una futura decisión
y temas como el de aquel gran argentino, Roberto Fabian Ayala, que llegó a
firmar con el Villareal y nunca debutó pues sólo días después firmó con el
Zaragoza tras pagar su clausula de recisión, le daban un morbo tan especial a ese
nunca aburrido periodo sin fútbol.
Así,
entre tantas noticas, hoy por ejemplo, tras una tarde de fútbol con amigos y
primos, descubro que Essien fue cedido al Madrid, que Miku jugará en el Celtic,
que Lass dejó la casa blanca y Maicon ya aterrizó en el Manchester City, y con
tanto revoloteo, descubro a un niño que es capaz aún de estirar los ojos al
leer noticiones, por el contrario de ese adulto que ya sólo se ríe de los rumores
y asume con desidia una lista final de traspasos tras hacerse el tonto todo el
verano. Ese niño sonríe y ya empieza a analizar las alineaciones mientras el
adulto se pregunta, ¿Cómo algo tan repetitivo como el fútbol, puede generar
tanta expectativa cada año? Siempre hay otro torneo, un nuevo campeón, un grupo
de la muerte, una sorpresa, una paliza, un sobrevalorado, un nuevo genio, un
fichaje bomba, un golazo, un blooper y un balón rodando… ¿Cómo? ¿Cómo aún nos
sorprendemos tanto? El niño, que sigue estudiando los traspasos, casi ignorando
la pregunta, responde a los gritos: ¡Qué lindo es el fútbol!
Para leer: Zonas II
Los míticos fichajes de verano
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