Es
que si nos guiamos por los equipos que saltaban al terreno de juego, el
partido, debía ser una nevada. Rusia había mostrado
más virtudes que los locales en su primer partido, pero no en vano se dice que
los grandes se cocinan a fuego lento, y en el calor de la batalla, además…
Las
ganas de globalizar al fútbol, han llevado a que torneos de gran valor, se
jueguen en países con menos tradición, atentando esto contra las clásicas posibilidades
que acostumbraba tener el cuadro local para alzarse con la Copa.
Pero
Polonia no se amilana, y respondió con recursos a mayores exigencias, dejando
en el olvido, un pésimo primer partido frente a los griegos, en donde ambos,
jugaron a un subibaja de emociones bastante pobre en el nivel táctico-técnico-psicológico….
Desde
sus armas y con el pitazo inicial, los polacos jugaron a las transiciones
rápidas, la mayoría de las veces, muy bien orquestadas, para que el uno contra
uno desequilibrara a la defensa rusa que fue varias veces apuñalada por sus
espaldas, sin darse cuenta si quiera del agresor.
El
que sí sentía frio era Arshavin, curioso además, dado su lugar de nacimiento. El
ex del Arsenal, sintió entumecer sus piernas con el paso de los minutos, esas
mismas que erraban la conclusión de pases poco habituales al fallo para su
calidad.
Entonces,
el fuego de la batalla hiso crecer el calor motivacional polaco, para que en el
momento que la temperatura empezaba a bajar en el corazón ruso, poner el 1-1 y
celebrarlo con el grito del trabajo bien hecho.
Esto
y más fue Polonia, que creció, de un partido a otro en sus herramientas, como
si la caja la hubiese perdido frente a los griegos. Con una organización
defensiva aceptable y algo temeraria pues se paraban, por virtud contraria, al
borde de su área, eso sí, destacando en virtudes individuales cada uno de sus
defensas; y el trazó rápido en líneas de contragolpe (A veces rayando el
desespero), amarraron un punto que los puede acercar a la clasificación, esa,
que con todo el calor grupal, podrán buscar, desde sus caminos, frente a los
checos; eso sí, siendo un sólo fuego, o una sola nevada, dejando de lado gestos como el de Brozec tras ser sustituido; después de todo, cuando el grupo tiene
una misma temperatura, todo es mucho más fácil…
Para leer: No es el Madrid, no es el Milan
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