viernes, 11 de mayo de 2012

El fútbol es de los perdedores.

Una mirada clavada hacia el piso sobre una cabeza que apunta al mismo lugar, algo de agua salada baja por la mejilla y el corazón de alguien que nunca para de llorar. La imagen de un sueño pasa frente a tus ojos, nada que ver con lo que en realidad es; la imagen de lo que pudo haber sido te ata a la silla de la ilusión y te castiga con las pinzas de la verdad. Realmente nada pasó, pues todo sigue igual, pero la sensación de haber caído desde la mínima opción de llegar a la sima, es una polilla que carcome los órganos internos, mientras un volcán, en algún lugar del mundo, hace erupción, es la lava que viene a acabar con tu razón.

                
Todo futbolista, y quizás todo deportista, a lo largo de su carrera perderá muchas más veces que las que ganará, entendiendo que a ningún jugador le importa la estadística de efectividad en victorias sino, las medallas que adornen su alcoba.
                
De este modo, queda claro que la psique del atleta es muy peculiar, ya que roza lo imposible conseguir alguno hipócrita, pues la filosofía de vida en simple: “o gané o perdí” sin matices, todo podrido, todo sucio, un estándar de evaluación tétrico, bajo el cual dudo que alguien ajeno a dicho medio pudiese desplegar su vida.
                
El pasado 9 de mayo Marcelo Bielsa andaba rumbo a la conferencia post-partido, con su típica postura inclinada, quizás reflexiva, quizás de “loco”, pero con una certeza en la cabeza: y es que el marcador lo dejaba vencido en la pugna a por un titulo.
                
Y por la mente de varios de los envueltos en aquella derrota, puede que pásese aquel recuerdo en cliché que dicta que: “nadie recuerda a los segundos”, como si fuese poca cosa llegar a jugar una final y como si se olvidara que la victoria depende de muchas cosas, siendo una promesa absurda para cualquier mortal.
                
El próximo 25 de mayo se jugará la final de Copa del Rey, en España, con la ¿rareza? de que tanto Pep como Bielsa, pueden acabar la temporada sin títulos, al margen, de esos tres que por cosas de la memoria rápida del aficionado, ya sienten como Copas del siglo pasado (?). Supercopa de Europa y de España, más el Mundial de Clubes; el PepTeam, alzó tres títulos antes de cruzar la frontera para el 2012, pero a tanto Liga, como a Champions, ya dejadas en el pasado, se puede sumar una derrota en la final de Copa.
                
Bielsa, por su parte, lleva gran parte de la campaña oyendo su nombre en prensa y afición, mediante hilos brillantes de evolución; ironía a parte, o signo de crecimiento, si su proyecto perdura en la memoria, aún sin el alza de un trofeo.
                
Marcelo y Guardiola, han sumado mucho al fútbol, han y dejan, a diario, el olor de un legado que recorre vigente los pasillos de los pueblos más recónditos del mundo. El argentino es un enfermo del fútbol, encasilla su vida en él, mientras que el español es la figura que va más allá del rodar de un balón, es la dignidad de razonar a la pelota parte de la vida, y nunca al revés. Entonces la redonda llorará porque uno de los dos será llamado perdedor, en un medio donde todos compiten, muchos hacen bien las cosas y solo uno se lleva el crédito, en un medio tan asqueroso que olvida que a la larga, todo trofeo se llena de polvo.


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