sábado, 26 de mayo de 2012

El timonel de PlayStation.

Enciende la Playstation (Porque sólo en ese escenario son viables esas cosas) y le toca asumir el papel de timonel en un barco que tardará varios años en llegar al puerto, con una breve parada, tras cuatro años de largos viajes, de oleadas fuertes y casi nunca, marea tranquila, pero sobretodo, como en todo buen barco, de beber y beber, beber muchas Copas, 14 en total, 14 copas de vino que el timonel supo administrar.


La figura de un ente en evolución humana, pasea por los terrenos del fútbol; el Vicente Calderón, será el recuerdo final de un punto y aparte en el PepTeam y un punto y final, en al menos, la primera leyenda de Pep El Sabio. Está vez, como no podía ser de otra forma, su paseo se cierne triunfal sobre la conquista de un nuevo título, mientras en frente, la voz de la locura, suelta el llanto silencioso de la incomprensión del mundo para con Bielsa, el pobre genio que muy poco metal a colgado en su cuello en relación a los magnos trabajos que ha hecho.
                
Se habló de poca hambre, y la tripulación salió a por la última ola con todas las ganas de destapar su última Copa, para en 30minutos definir el amplio recorrido del viaje y sellar un número, un promedio, unas estadísticas, pero sobre todo, una manera de jugar, que sólo había sido percibida por el ojo humano en esos momentos de disfrute en las videoconsolas.
                
Llegó entonces el barco a una parada, no es su meta, esta sigue lejos, pararon nada más que para despedir al sabio timonel que deja a su segundo al mando, ahora, como nuevo capitán. El padre deja a su hijo adolecente ya sabiéndose valer por sí mismo, pero para cuidarlo bien, lo deja con su tío de confianza, un tal Tito, que despide entre aplausos a su hermano, aquel señor que va más allá del fútbol, que ve la pelota más allá de un cancha y que la siente en la vida, aquel señor, que se despide con 14 Copa bebidas, no en vano el mismo número que defendió alguna vez el abuelo del mejor equipo de todos los tiempos, un tal Johan Cruyff.
Para leer: Tuercas y tornillos.


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